Todavía con las historias de Juannis dando vueltas por mi cabeza, entramos en  Manabí, del mismo modo que jugaban a un sube y baja mis emociones el paisaje iba cambiando; de sierras al verde amazónico y de repente el olor a costa.


Sentir un golpe de aire caliente y húmedo es remontarme a mi pueblo  a las siestas de bicicleta escapándome al rio Blanco, feliz de ser una sola cosa, mi cabello, la remera y zapatillas, porque con 40 grados todo se hace piel…  entonces volví al auto entre las risas de Sofi  y la mano de Dani que apretaba la mía  y con la mirada preguntaba si estaba todo bien; le sonreí con los ojos mientras me despedía de las últimas historias de Guayaquil,  y me acomodé nuevamente en mi niñez en el asiento de atrás.

Puerto López está a la distancia justa en donde paran los desesperados de playa, los que vienen de las Sierras cabe aclarar, porque el resto de los ecuatorianos aman Montañita  quizás porque está más cerca. Veníamos de Cuenca así que ese fue nuestro destino antes de ir a las cabañas.

Un partido de vóley  fue la escusa ideal para escaparme y poder reconocernos con el mar que hacía tiempo que no nos veíamos. Después de escucharlo en secreto nos reencontramos en la caminata… Ya éramos amigos de nuevo, tan así que hasta el viento quiso jugar , y aprovechando la sabiduría de los niños envío a uno corriendo para venderme su barrilete y como nuestra relación esta despojada de dinero quedo inconclusa la operación , no sin antes remontarlo unos minutos , que yo creo que volaba mas por la mirada de felicidad de Miguelito que por la técnica que utilizaba.

Las cabañas de turismo comunitario me daban mucha curiosidad, llegamos a Aguas Blancas después de cenar unos camarones al ajillo que todavía producen caras y sonidos de placer en mi… ;) Nilo, muy compenetrado en su papel de anfitrión nos ofrecía  Caña de Manabita, mientras daba las indicaciones para hacer el fuego en el patio, y así arranque el fogón y la música.

De cómo nos invadió el espíritu de la comuna esa noche merece otro capítulo, pero tengo en claro que los acordes de la guitarra y el bum bum de los bongos lo acompañaron, quizás también se  valió de las botellas de ron, de todas maneras es para otro relato …
Como casi todo en las cabañas, la música también es comunitaria, así que con el canto de los gallos de fondo y una cumbia cubana, me hice la distraída y amanecí fingiendo no darme cuenta que iba a ser otro gran día…

 
Botella de agua, protector solar, distribución de mochilas y cual viaje de adolecentes todos alborotados nos subimos en la caja de la camioneta rumbo a Puerto López, imaginándonos a las ballenas e inmortalizando una vez más a Mobi- Dick  pero con un desenlace más y más espectacular según el interlocutor.



Atinadamente se retraso la salida del tour y con cara de resignación deseada nos fuimos a desayunar  la ensalada de fruta, jugo de maracuyá, bolones  y los infaltables patacones que veníamos mirando de reojo en las mesas.  Ya asumiendo lo mágico del día, un rayo de sol se asomo iluminando a un viajero que caminaba  distraído.  Intrigado por las risas Fidel se acerco a jugar con nosotras un cachorrito que no se decidía si acurrucarse en los brazos o hacerse el grande y ladrarle al perro del vecino.



Con semblante de “panza llena, corazón contento” volvimos a la agencia del tour donde Richard se presentaba como nuestro guía de alta mar.

Tras una breve caminata llegamos a la costa, en donde nos esperaba el velero para ir a ver las ballenas. Y como la mayoría de las cosas buenas se hacen  esperar, estaban probando los motores porque uno de ellos fallaba. Ese día había activado mi naturaleza, sabía que íbamos a tener suerte,  así que nos sentamos a charlar en una balsa  turquesa… conociéndonos los desconocidos hasta el momento… y yo con ganas de saber las historias de esa balsa, que muy discreta ella todavía las tiene en secreto.

 
“Mar adentro” …siempre me gusto esa frase, aunque mi respeto por el mar pasa más por reconocer su inmensidad que viene con un dejo de temor, una vez más me encontraba desafiándome a mi misma y poniendo en jaque a mis miedos. Pero esta vez el contexto era inverso al temazcal y ya con el placer que te da el coraje y unos cuantos minutos de sentir pegar el viento en mi cara por la velocidad del velero, logre comprender la inmensidad de lo que  estaba viviendo…  la grandeza de una gota de mar en la boca que hace que todo tu cuerpo comprenda que tiene sal, la maravilla de sentir la humedad en el cuerpo y saber que es la manera que tiene el mar de darte la bienvenida,  el juego mágico que hace el sol con las nubes que dejan pasar una leve resolana y de vez en cuando se esconden dejando pasar unos rayos de luz…En medio de toda esa maravilla, se manifestó otra suprema!! Unas ballenas comenzaron a jugar muy cerca nuestro!!


Y así comenzó un espectáculo que como dicen “no tiene precio”…. Ver a esos bichos gigantes moverse y saltar, sin tener conciencia de su inmensidad haciendo movimientos dignos de atletas olímpicos, si existiese categoría de ello, es una experiencia indescriptible, te invade una emoción y felicidad!! Que querés compartirlo con todo el mundo… somos muy afortunados...

Fue el inicio de una sucesión de momentos únicos… nos dirigimos a la Isla de la Plata, que para ser el Pacífico el agua es bastante cálida, y mientras el capitán buscaba lugar para anclar, un grupo de tortugas marinas vino a saludarnos creo que intuyendo la presencia de trozos de sandia que usamos para que salgan más a la superficie. 

La isla tiene un solo lugar por donde desembarcar, y dice la leyenda que su nombre responde a que un  pirata ingles se instaló en la isla con todos sus tesoros y que cuando se fue  tuvo que elegir entre su fortuna y se llevo solo el oro y dejo enterrada la plata… yo creo que el tesoro está en la belleza del lugar y que por humildad le pusieron “de la plata”… pero los piratas siempre venden mas.

Ya en tierra Nilo nos explico los senderos que se pueden recorrer en la isla, elegimos el azul que duraba dos horas. La fauna predominante son las aves, se pueden ver dos variedades de pelicanos, los de ecuador y los de chile, que tienen la cabeza más clara. Emprendimos la caminata y de repente se comienzan a escuchar ruidos por  las hojas secas, eran una especie de lagartos pequeños que habitan en la zona.


 
Si bien ya nos habían alertado que íbamos a encontrarnos con los piqueteros de patas azules, fue muy emocionante toparse con ellos en pleno sendero, son unas aves muy graciosas y presumidas, estaban en época de apareamiento, entones la hembra tiene que elegir macho, generalmente entre tres, en donde ellos despliegan toda su habilidad de conquista haciendo una danza con las alas alrededor de ellas, mientras emite unos sonidos agudos y la hembra le responde con sonidos más graves ( o al revés ya no me acuerdo bien) parte del cortejo es regalarle unas ramitas demostrando su capacidad de proveedor quizás. Una manera  de diferenciarlos es que la hembra tiene las pupilas más grandes.


Una vez que llegamos a la cima del sendero, pudimos ver a la fragata que también en plan de conquista cuando esta posada en una rama infla su buche rojo lo que más puede y así conquista a la hembra quien después de observar a los candidatos elige uno. Había otras especies, que muy sabiamente están en lugares en donde no podíamos acceder por protección de la especie, los piqueteros de patas rojas y los albatros.

Descubrir la belleza de isla fue único, reconocer que la naturaleza es tan generosa de hacer cada lugar especial, creo que es un don que todos tenemos pero que hay que ejercitar. Tan así fue el descubrimiento que en un momento quisimos ser un árbol, hay registros del mismo y es a libre interpretación del rol de cada uno, por las dudas aclaro que soy una flor…jeje

 
Una vez de nuevo en el barco, recibimos el merecido almuerzo, con un postre que como no podía ser de otra manera consistía en tarta de banana y por si te quedabas con ganas de más tenias una banana también!!..jeje  Casi con el último bocado en la boca nos comenzamos a organizar para hacer snorkel, cuando de repente una mancha negra pasa al lado del barco… una manta raya gigante!!! Nos sorprendió a casi la mayoría sin el equipo pero Fran que la pudo ver en el agua dijo que era impresionante verla volar… tuvo la suerte de quedarse con esa imagen en su retina, y nosotros con la nuestra …


Sumergirse en otro mundo es mágico!!! Ver todos esos colores, esos movimientos que son ajenos a nuestra condición, esas especies…te maravillan tanto que una vez más desee ser parte de su universo…

 Y así pensando la manera en como tenía que practicar para obtener más aire y  aumentar mi autonomía bajo el agua emprendimos el viaje de regreso, todos con una sonrisa cómplice por las vivencias del día…

Llegando a la costa, vimos la clásica imagen de un barco desechando restos al agua y miles de aves revoloteando alrededor, hasta podías definir su silueta del barco por las aves posadas en él. En donde era inevitable pensar que pasaría si todas deciden aferrarse al barco y volar….o cuantas aves son necesarias para echar a volar el barco?? Y así miles de preguntas sin respuestas, pero de esas que roban una sonrisa…

Mi última cena ecuatoriana fue tan rica que me olvidé que fué, demasiado bueno para recordar…

Ya todos listados para salir emprendimos la azaña de subir NUEVE personas al auto de Dani…..si si leyeron bien NUEVE!! Nilo y su familia estaban intrigados como íbamos a hacer así que salieron a observar la azaña.  Y evocando al refrán “más vale maña que fuerza” nos acomodamos todos y partimos a Montañita a conocer la noche alocada de ese lugar…

Casi como me lo imaginaba, bares, puestos de comidas y las calles abarrotadas de gente que caminaba y se movía al son de la música, nos sumergimos en el ritmo de Montañita. Tan así que ya al amanecer por un descuido desapareció mi bandolera, con pasaporte incluido. Teniendo en cuenta que mi vuelo de regreso a Argentina partía 9 horas más tarde, puedo decir que me preocupe, pero gracias a la velocidad de Dani para manejar de regreso al bar,  la astucia de Lucas y a mi condición de amuleto, logre recuperar mi pasaporte y salir volando a Guayaquil a tomar mi avión.

En medio de toda esa confusión pensé en el valor que tiene los deseos…y la responsabilidad que uno tiene cuando los pide…y así se mezclaron mis ganas de quedarme y el hechizo que tiene Ecuador, al menos en los argentinos que ya lo bautizamos EcoAmor